En esta década estamos reescribiendo la historia de los plásticos
dentro de una nueva realidad: la de la economía circular. La enorme
presión que tenemos como humanidad para encontrar un destino
adecuado para los materiales de empaque hace inaplazable tomar
medidas que en algunas ocasiones pueden resultar drásticas, y una de
estas decisiones es limitar el consumo de los materiales de empaque
que actualmente no pueden reciclarse de manera eficiente.
La fundación Ellen MacArthur, líder en la formulación de lineamientos
de acción dentro de esta nueva economía de los plásticos,
recomendó. en 2016 suprimir el uso de materiales que no tienen altos
volúmenes de consumo en empaques, o que no tienen un flujo establecido
de recuperación efectivo en costos: entre ellos había señalado
al PVC y al PS (poliestireno).
Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que el PS
puede ser reciclado con medios mecánicos y que mantiene atributos
de pureza comparables a los del material original. Esto significar.a
que puede utilizarse después de reciclado en aplicaciones que tengan
contacto con alimentos. Adicionalmente, se ha determinado que las propiedades mecánicas y de desempeño se mantienen relativamente inafectadas después de múltiples ciclos de reciclaje, sobre todo cuando se le incorpora en un 30% como PCR (reciclado posconsumo)
en combinación con 70% de materia prima virgen, logrando la meta de participación de resina reciclada en empaques que se persigue como estándar
para el 2030. Sin embargo, es posible utilizar un 100% de material reciclado, tanto por la tecnología de recuperación como por las capacidades del material
de retener propiedades.
Y, por si fuera poco, hay una característica adicional que frena en seco el tren que iba a dejar al PS abajo: en el reciclaje químico el monómero de
estireno es fácilmente depurable en estado líquido, lo que permite que su obtención sea mucho más sencilla que en otros plásticos (que se generan a
partir de m.s de un monómero en estado gaseoso o sólido, por ejemplo), y que por tanto su rendimiento de aprovechamiento a través de esta técnica
de reciclaje sea muy superior al de otros materiales.
El PS como material de empaque
De acuerdo con el reporte “Plastics – The Facts 2021”, publicado por Plastics Europe, el PS constituye apenas el 6.1% de los materiales plásticos
consumidos dentro de la Uni.n Europea. Comparativamente, el PET constituye el 8,4%. Las aplicaciones principales se encuentran en productos
lácteos y en bandejas de carne y pescado, sobre todo en los casos en que se habla de PS expandido. Los lineamientos de la economía circular han
buscado simplificar y fortalecer los flujos de reciclaje.
Es decir, materiales como el PP, el PE de alta densidad y el de baja densidad, y el PET, que es el material que cuenta con mayores tasas de reciclaje a
nivel mundial, deber.an ser los materiales a escoger para garantizar que sean recuperados.
El PS, sin embargo, resulta difícil de reemplazar en algunas aplicaciones, ante todo por la gran capacidad instalada que hay. En maquinarias y moldes
de termoformado, por ejemplo, o en equipos de producción de lámina, el retorno de la inversión tomará varios años, comprometiendo la viabilidad de
ciertos proyectos. Adicionalmente, el material tiene un perfil de propiedades que lo hacen ideal para algunas aplicaciones, debido a su resistencia mecánica, que permite mantener delgados los espesores de pared, y su estabilidad dimensional, que es más fácil de controlar en un termoplástico amorfo como el PS que en materiales semicristalinos como el PP o el PE.
En los centros de reciclaje, gracias a su composición química, es fácil de identificar a través de tecnología de radiación infrarroja cercana, que es la
más empleada en la clasificación de plásticos. El PS es, al igual que el PET, un plástico de “baja difusión”, lo que quiere decir que no absorbe fácilmente
olores ni sabores dentro de la estructura molecular, reteniendo sus propiedades a través de varios ciclos de uso. La matriz de polímero es cerrada, lo que
impide que impurezas migren hacia adentro de la estructura.
Es así que diversas empresas a lo largo de la cadena han trabajado para buscar alternativas de aprovechamiento del PS, con interesantes resultados. Lo
más rescatable de todo el esfuerzo es que se esté trabajando en la columna vertebral de la economía circular: que el plástico que se usa para empaque
vuelva a ser empaque, y no que se degrade en la cadena de recuperación en aplicaciones de menor valor o de menor demanda (en lo que comúnmente
se conoce como “downcycling”). Solo en la medida en que un artículo plástico vuelva a tener el mismo valor que el producto original estaremos hablando
de economía circular.
Fuente: Tecnología del Plástico
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